lunes, 27 de mayo de 2019


GEMIDO NOCTURNO.


La espera dio sus frutos. Al fin salia de ese boliche de mala muerte, sola como había entrado.
Lo que iba a hacer ya no era por mero placer, o para darle el gusto a ella... Era para educarla. Cuando la vio sola, en la barra, intento hablarle reiteradas veces y le ofreció infinidad de tragos que ella rechazaba. Si no quería que la seduzcan, ¿Para que se vestía tan provocativa?. No. Ella lo quería. Solo se hacia la difícil. El lo sabia. 
Se le ocurrió pensar que el problema era el, que no estaba siendo lo bastante directo, así que se acerco y le dijo “Escúchame, linda. Que te parece si nos vamos de acá y te muestro lo que es un hombre?”. Ella lo miro, sonrió, tomo un vaso de whisky on the rocks que tenia a mano y se lo lanzo a la entrepierna. El se levanto puteando mientras todos se reían y se fue, humillado y furioso.
Ahora iba a enseñarle lo que ocurría por cometer ese error.
Cuando vio que se alejo una cuadra, se acerco, moviéndose entre las sombras como un depredador. Cada metro que avanzaba, se daba cuenta de lo hermosa que era. La piel del color del ébano, el vestido blanco 20 cms por sobre la rodilla, las piernas delgadas, los tacones altos confirmando su pensamiento. “Si, se esta vistiendo para ganarse un hombre. Y yo se lo voy a dar”. 
Al pasar por un callejón la tomo por la espalda, con todas sus fuerzas, y la estampo contra una pared. Tanto el acecho como la captura habían logrado excitarlo al punto de que no iba a perder el tiempo. 
-Viste, mami? Esto te pasa por hacerte la difícil- le dijo al oído, exhalando un aliento que olía mas a alcohol que a otra cosa. 
Mientras que con la mano izquierda asfixiaba a su victima, con la derecha sacaba su miembro del pantalón y rompiendo la ropa interior de ella, logro penetrarla. Aunque ella se debatía débilmente, le sorprendía que no intentase gritar ni nada por el estilo. Al final tenia razón, ella lo estaba disfrutando. 
Le gustaba ver su pelvis chocando contra su piel, la saliva que le goteaba de la boca era la prueba irrefutable de esto, sin embargo algo llamo su atención. Una pequeña picadura, como un mordisco, en su pene. Luego otra, y otra, y otra. Intento sacarlo para ver que ocurría, pero solo pudo quitar la mitad hasta quedar atrapado. Sin embargo, la mitad que si podía ver, estaba repleta de gusanos. Decenas de ellos, como larvas de mosca, estaban hurgando en el. 
Quiso gritar, pero no podía. Cuando levanto la vista, donde se suponía que debía estar la nuca de su victima, estaba su cara, sonriendo con la boca cerrada. Cuando la abrió, dos patas de insecto, gigantes y largas, se asomaron por esa abertura y lo tomaron por la nuca sujetándolo firmemente. 
Pese a que estaba usando todas sus fuerzas para librarse, nada parecía estar dando resultados. Mas patas salían de la boca de su “victima”, esta vez eran mas pequeñas, y se introdujeron en su boca forzando a abrirla hasta cortarle los labios. Después, obscuridad.
Al día siguiente, los vecinos respondían que no. Que no sabían que había ocurrido. No sabían de quien era la ropa cubierta de sangre encontrada en el callejón de la calle Algarrobo. No habían oído nada… Excepto el zumbido. Un zumbido que últimamente era mas frecuente que antes. Un zumbido compuesto por algún enjambre de insectos.